Más mata una mala lengua
que la mano del verdugo,
que el verdugo mata a un hombre
y una mala lengua a muchos.
Yo voy a la fuente y bebo
y el agua no la aminoro,
lo que hago es aumentarla
con las lágrimas que lloro.
Nunca se van del pecho
las esperanzas,
siempre hay un rinconcillo
donde guardarlas.
Estas letras están en cualquier parte, para el que quiera escucharlas. Son cantes populares que salen del sitio mismo de donde nace la verdadera y la más cruda de las sabidurías, a mi poquito entender.
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